Daño, miedo, traición: aspectos de la génesis corporal y significación moral del sentido de vulnerabilidad
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEl artículo presenta las líneas de una descripción fenomenológica del sentido y la significación moral de la vulnerabilidad. Dicha descripción comienza con una caracterización negativa de acuerdo con los aportes a la fenomenología del cuerpo que encontramos en las obras de Edmund Husserl y Ludwig Landgrebe, para avanzar en un momento ulterior a la caracterización fenomenológica de la noción de la individuación del daño en relación con lo que Heidegger llama 'lo perjudicial' en su descripción de la disposición afectiva del miedo. La exposición al daño que revela la comprensión anticipativa del miedo en relación con lo perjudicial, no tematizada explícitamente por Heidegger, es a lo que nos referimos aquí, en sentido amplio como vulnerabilidad. En en segundo momento presentaré una caracterización positiva de la vulnerabilidad en relación con dos niveles de la formación de la significatividad axiológica. Como veremos, vulnerabilidad, incluso la vulnerabilidad corporal, apunta a una comprensión de la exposición a ser heridos como pauta a seguir en la reconstrucción del sentido axiológico revelado a través de la vida afectiva, en concordancia con las indicaciones programáticas de Husserl. En este sentido, es preciso referirse de forma más específica al lugar de la confianza, y su relación esencial con la vulnerabilidad, en la formación del sentido de los valores, en particular, del valor moral.

			En las siguientes páginas me propongo explorar algunas pautas fenomenológicas para una aclaración del sentido y la significación moral de la condición de vulnerabilidad. 
			 
				 
				Este artículo se realizó en el marco del proyecto CONACYT 319249 ";Vulnerabilidad, Justicia y Mundo de la Vida: crítica de la racionalidad del discurso en torno a los Derechos Humanos desde un enfoque orientado hacia la experiencia.' de la convocatoria Ciencia Básica y/o de Ciencia de Frontera Modalidad: Paradigmas y Controversias de la Ciencia 2022. 
			1 La descripción de la vulnerabilidad aquí sugerida comienza con una caracterización negativa de acuerdo con los lineamientos descriptivos que encontramos en las obras de Edmund Husserl y Ludwig Landgrebe en torno a la constitución del cuerpo vivido, para avanzar en un momento ulterior a la caracterización fenomenológica de la noción de daño en relación con lo que Heidegger llama 'lo perjudicial' en su descripción de la disposición afectiva del miedo. El miedo, de acuerdo con la descripción propuesta, se trata de una disposición afectiva que comprende anticipativamente la posibilidad de una forma de daño, la cual se revela como anterior al cálculo de las posibilidades efectivas de tal daño, y no está fundado necesariamente en las experiencias previas que confirmen tal posibilidad. La exposición al daño que revela la comprensión anticipativa del miedo en relación con lo perjudicial, no tematizada explícitamente por Heidegger, es a lo que nos referimos aquí, en sentido amplio como vulnerabilidad. Por otro lado, la descripción fenomenológica del miedo permite destacar el carácter intransferible de la vulnerabilidad, la cual, por otra parte, adquiere gracias a este nivel de la descripción la concreción existencial que lo distingue de la mera fragilidad.

		En un segundo momento presentaré una caracterización positiva de la vulnerabilidad en relación con dos niveles de la formación de la significatividad axiológica revelada por la condición de ser vulnerable. Como veremos, la vulnerabilidad, incluso la vulnerabilidad corporal, apunta a una comprensión de la exposición a ser heridos como pauta a seguir en la reconstrucción del sentido axiológico revelado a través de la vida afectiva, en concordancia con las indicaciones programáticas de Husserl.

			

				

				Véase,
En los últimos años, a lo largo de diferentes contextos de discusión en las humanidades y las ciencias sociales se ha comprendido la vulnerabilidad como un fenómeno relacional con un importante asiento en la experiencia corporal, que involucra además una dimensión de significatividad social y en esa medida, puede decirse que se trata de una condición con un importante ingrediente contextual.

			

				

				

					
La vulnerabilidad, por otro lado, está a su vez modulada por diferentes factores de riesgo respecto de los cuales se habla tanto de grados de vulnerabilidad como de grupos en condición vulnerable. Dejando de lado por el momento la discusión de si hay grupos por cuya condición sea necesario considerarlos como esencialmente vulnerables, en la mayor parte de los casos, por su propia dinámica social, algunos grupos así llamados vulnerables se definen en relación con un horizonte de factores de riesgo, que pueden ser comunes a otros miembros de la comunidad, pero por ocasión de sus circunstancias u otros elementos propios de su condición corporal o social son más vulnerables que otros.

			

				

				

					
En ese sentido, aunque muchas veces se han interpretado como sinónimos, es preciso advertir que vulnerabilidad no es fragilidad, sino disposición al daño, comprendiendo daño desde la perspectiva orientada hacia la experiencia, como herida. La vulnerabilidad como lo enuncia su raíz etimológica tiene que ver más con el riesgo a ser heridos y, en consecuencia, con la disminución con la potencia de acción y desenvolvimiento más que con la clausura o límite de la vida.

			Precisamente, hablar de herida va más allá de destacar un límite de la existencia, incluso en sentido meramente corporal. La herida, bien puede comprenderse en sentido literal, como herida corporal, o en sentido ampliado para incorporar las formas de aflicción dolorosa que resultan de la confirmación de una carencia. La disminución de capacidades o privación de derechos arroja un componente de sentido de origen vivencial que nos requiere comprender el daño como algo que va más allá de la mera fragilidad física. Por otra parte, el predicado vulnerabilidad no es un predicado de atribución sino de relación: algo o alguien es vulnerable en relación con cierta circunstancia, diríamos, de riesgo. No obstante, vulnerabilidad tampoco es simplemente riesgo, más bien el riesgo o cierto tipo de riesgo es el correlato de la condición de ser vulnerable, es decir, quien es vulnerable lo es en relación con el incremento cualitativo de un determinado margen de riesgo, en un contexto definido y no en general.

			En este sentido, quizá podríamos señalar que vulnerabilidad tampoco es sin más equivalente a finitud. Ciertamente, parte de la finitud humana es estar ante el riesgo de que se consume la posibilidad que anula toda su proyección de posibles en el futuro, la muerte; sin embargo, ser vulnerable muchas veces involucra no el fin definitivo sino precisamente lo contrario, seguir vivos y abiertos a otros riesgos, no sólo a morir. Precisamente en ello descansa la especificidad del concepto, y no sólo en sentido filosófico sino también social. Otras tipificaciones como índices de mortandad en determinados entornos, de letalidad de una enfermedad, la expectativa de vida, redundan en el hecho irrevocable de que todos en algún momento vamos a morir. La vulnerabilidad en cambio implica estar expuestos a la frustración o limitación de capacidades, así como la posibilidad de ser afectados, violentados, privados de derechos, de acceso a la justicia etc.

			Por este motivo, quisiéramos volver la atención al aspecto donde vulnerabilidad involucra ciertamente aflicción y riesgo de sufrimiento, pero sobre todo la disminución de capacidad de acción en diferentes niveles que de forma progresiva hunden sus raíces en la dimensión más elemental de la libre disposición del movimiento corporal. Ser vulnerables, por tanto, es una exposición al riesgo no sólo de ser afectado de forma aflictiva sino sobre todo verse privado, no en sentido formal sino real, de alguna capacidad, de las más inmediatas como el libre despliegue del movimiento corporal, a las capacidades morales que involucran el desarrollo de la personalidad, la dignidad. Dicha privación, si volvemos a la vulnerabilidad corporal, se vive ciertamente como una aflicción dolorosa, la cual, no es independiente de la confirmación de la impotencia con respecto a un determinado espectro de capacidades. En el caso de la privación de capacidades morales, se vive como sufrimiento y precariedad en sentido amplio, pero de igual forma, esto se ve sumado a la exposición y a la suspensión súbita del campo de capacidades prácticas, lo cual resulta en impotencia e indignación.

			De acuerdo con lo que hemos señalado hasta ahora podemos considerar la vulnerabilidad como una exposición circunstancial al daño. Sin embargo, la palabra 'daño' tiene una ambigüedad pues, como hemos señalado antes, se puede referir a la fragilidad física de algo u otro sentido más amplio y en cierto modo más profundo: la posibilidad de ser heridos. En este sentido, proponemos la opción de considerar en primer lugar la exposición al daño en términos, no sólo de aflicción sino también y, sobre todo, en relación con la frustración de la continuidad de experiencia en curso, que resulta en una privación o disminución de capacidades prácticas. Así, dado que la potencia más originaria del cuerpo vivido es el movimiento auto-motivado del cuerpo,

			

				

				Edmund Husserl,
Sin embargo, en el contexto inmediato de nuestra vulnerabilidad corporal, la mayoría de las veces la conciencia de nuestra condición no se basa en expectativas temáticas de fracaso o de representaciones de nosotros mismos como expuestos a peligros. Por el contrario, lo que parece pertenecer a la condición de vulnerabilidad es la indeterminación relativa a nuestras predicciones inmediatas de las formas precisas y los posibles resultados de una situación que, sin embargo, podemos comprender anticipativa y afectivamente como perjudicial. Podemos sentirnos vulnerables en determinadas circunstancias, sin comprender una situación dada a cabalidad, y la anticipación de un posible daño que pertenece a tales situaciones puede surgir en forma de motivaciones no temáticas que se derivan de nuestras interacciones actuales con el mundo circundante y que emergen en disposiciones afectivas como el malestar, el miedo o la ansiedad. Cuando nos sentimos vulnerables asistimos a una especie de modalización de la intencionalidad afectiva y práctica que pone en entredicho el agenciamiento más elemental: la capacidad del movimiento propio, esto da lugar a una singular 'duda corporal'

			

				

				

					
Así, la correlación entre la vulnerabilidad y la proximidad de algo dañino o amenazante pone en perspectiva la relación del yo con su propio cuerpo, que en este caso no se fundamenta en la mera 'fragilidad' del cuerpo en sentido físico, sino en las síntesis cinestésicas por las que se constituye la corporalidad viva. De este modo, la comprensión afectiva del riesgo constituye el sentido primordial de la experiencia a través de la cual nos revelamos a nosotros mismos como vulnerables, pues apunta a un horizonte de posibilidades propio de la existencia humana y de su corporalidad viva, abierta a una dimensión intransferible del estar expuesto al daño.

				Ahora bien, dado que la vulnerabilidad está arraigada en el horizonte interno de la
De acuerdo con la fenomenología trascendental de Husserl, en el núcleo de la constitución de la materialidad del cuerpo físico propio encontramos la estructura de una síntesis motivacional gracias a la cual tiene lugar el progresivo agenciamiento sobre el cuerpo que
Así, el aumento de mi sensación de control sobre las potencialidades de movimiento de que dispongo -y, por tanto, sobre mi cuerpo corpóreo vivido [
En este punto, la interacción de las habitualidades corporales vividas con la dimensión física de mi corporalidad (que sigue su propio proceso sintético), tienen su papel en la configuración de un horizonte circundante estable de otros objetos de la percepción y de las regularidades de sus respectivos comportamientos. Por tanto, en la constitución de mi propio estilo personal de habitar mi corporalidad como en el despliegue de las interacciones físicas que desarrollan el campo perceptivo del mundo circundante, la síntesis cinestésica implicada en ambos procesos discurre en dos direcciones diferentes: por un lado -en términos estático-fenomenológicos- la síntesis sensible del movimiento automotivado es la condición constitutiva de la exhibición progresiva de los objetos físicos, junto con sus rasgos perceptivos, a través del escorzamiento, incluyendo los casos en que el objeto perceptivo es mi cuerpo físico; por otra parte -en términos genético-fenomenológicos- también podemos considerar que tal exhibición progresiva de los objetos de la percepción presupone que la adquisición de la síntesis de la unidad del cuerpo vivido en su potencialidad primordial -el movimiento propio- ya ha tenido lugar.

			

				

				

					
Por otra parte, las afecciones sensibles que surgen en la exhibición mediante el automovimiento, de nuestros propios cuerpos físicos se entrelazan con sensaciones afectivas [
A este respecto encontramos por un lado que la unidad del proceso continuo de la corporalidad implica un horizonte interno que se refiere al sistema cinestésico interno basado en un conjunto de potencialidades de movimiento automotivado; por otro lado, tenemos un horizonte externo del cuerpo vivido, que podemos describir en términos de sus límites y exterioridad. Estos
La vulnerabilidad, por tanto, se refiere a un sentido constitutivo de individuación
Así, mientras que el daño físico es algo que le ocurre a un sistema de funciones que por alguna razón deja de funcionar como se esperaba o se descompone, el daño comprendido como herida, se vive como una afección subjetiva frustrante que impacta la potencialidad práctica primordial e interrumpe el flujo interno de las tendencias de movimiento automotivado en curso. Por tanto, el dolor no manifiesta el cuerpo en términos del mero daño físico: el dolor como sensación localizada que manifiesta una zona particular del cuerpo vivido sino como un daño en un sentido más hondo, hiriente, que conecta el afecto sensible con otros estratos, por asociación, lo cual resulta en lo que podemos considerar bajo el espectro del sufrimiento.

			Así, la vulnerabilidad expresa la correlación constitutiva del sentido en términos de una fragilidad subjetiva con respecto a nuestras capacidades de realizar la constitución objetiva del mundo circundante, siendo a su vez, el signo de una modalización de la confianza en nuestro cuerpo, y en el mundo. Sin embargo, el efecto negativo de la vulnerabilidad no se limita a la constitución puramente objetiva. En el ámbito de la constitución de valores muchas veces me doy cuenta de su relevancia al tomar conciencia de la posibilidad de ser privado de capacidades y bienes con los que he comprometido mis valoraciones. En muchos aspectos, pues, la significación axiológica del mundo circundante surge de la constatación del horizonte de fragilidad derivado del ser vulnerable.

			En este sentido, la vulnerabilidad no sólo se refiere al horizonte de anticipación del daño, sino que también se refiere al horizonte de manifestación de una materialidad que supera las expectativas y las habitualidades que sustentan las síntesis activas que ejecuto mientras asumo que soy quien creo ser.

		Una posibilidad de ampliar el espectro de la comprensión del daño más allá de la mera fragilidad es acercarnos al tema de lo perjudicial y su apertura en la comprensión afectiva del miedo. En su obra capital
Es decir, en efecto, la disposición afectiva funda la tendencia de movimiento corporal y no al revés, aunque si tomamos en consideración la constitución genética de la corporalidad no como una mera cosa sino como un plexo de relaciones intencionales, en realidad son momentos de una misma dinámica. En otro sentido, la anticipación del daño queda en una generalidad muy amplia en la descripción de Heidegger, ¿cómo podría comprenderse lo dañino o perjudicial si no es en primera instancia en relación con el cuerpo, con el dolor corporal? Naturalmente, la perjudicialidad del daño es más amplia que el daño corporal, en sentido meramente físico, pero si comprendemos el daño como la afectación del sistema de auto-movimiento y proyección del campo práctico, es posible sacar provecho de la descripción heideggeriana del miedo para efectos del proyecto fenomenológico que aquí estamos proponiendo.

			Más adelante Heidegger aclara otro punto importante: el miedo en cuanto tal. Tener miedo es un dejarse afectar que libera lo amenazante. Así, no hay el mal venidero y luego el miedo, sino que el miedo es el que descubre lo amenazante en su temeridad. Así, ya en el miedo y en esa correlación entre el miedo y lo amenazante es posible -posteriormente, en una mirada observadora explícita- aclarar qué es lo temible. Dice Heidegger: 'la circunspección ve lo temible porque está en la disposición afectiva del miedo'

			

				

				
Husserl por su parte, creo que correctamente, habla de sentir el valor, en este caso, sentir la temeridad en el aquello que produce miedo sin que ello resulte en tener primero el objeto aprehendido como tal y luego verlo como temible. Bien puede ser el caso que precisamente lo temible sea un horizonte de algo que se apunta como algo, pero que no es necesariamente un objeto ya aprehendido de forma explícita. Lo temible puede ser un predicado, pero esta estructura ciertamente es posterior a la explicitación de lo temible como tal, la cual tiene lugar gracias a la disposición afectiva. Por otro lado, todo esto ocurre en el mundo: el campo de relaciones de la mundanidad. 'El tener miedo, en cuanto posibilidad latente del estar-en-el-mundo afectivamente dispuesto -vale decir, la 'medrosidad'- ha abierto ya de tal manera el mundo que desde él puede acercarse a lo temible. El poder acercarse mismo queda liberado por medio de la esencial espacialidad existencial del estar-en-el-mundo'.

			

				

				
Lo temible, por tanto
Un acierto de Heidegger es promover la descripción de la secuencia de relaciones no-objetivantes y como esas relaciones subyacen a la tematización objetiva de los objetos de la experiencia. El miedo es el miedo a quedar
En este punto Heidegger permite describir una dimensión más general del miedo y de la amenaza de la que está en juego en nuestra descripción previa de la vulnerabilidad, en este caso la vulnerabilidad corporal como la condición en la que nos relacionamos con lo que amenaza nuestra integridad corporal. Sin embargo, la descripción del miedo de Heidegger nos permite entender la vulnerabilidad como una dimensión no óntica de la corporalidad que no es una cosa, sino la unidad de un proceso continuo de formación de sentido.

			Aquí es donde la vulnerabilidad entra en consideración porque parece que la vulnerabilidad no sólo se refiere a la interrupción potencial de una síntesis en curso de mi movimiento corporal o de mis capacidades corporales, sino que implica un sentido más profundo de estar expuesto a la aflicción potencial del ser en el sentido más concreto posible. De nuevo, no se trata sólo de que falle en la realización de un movimiento o de que me vea afectado en mi interacción con los demás como si se tratara sólo de una cuestión de fragilidad y daño; la vulnerabilidad en este caso se refiere a algo que está por venir y que amenaza lo que más importa: mi propia integridad. Del mismo modo, temer por alguien es entender que, dadas ciertas circunstancias, es vulnerable y su integridad amenazada es significativa para mí.

		Como señalamos antes, Landgrebe fue uno de los primeros en considerar un enfoque fenomenológico-existencial de la sensibilidad y la corporalidad.

			

				

				Landgrebe,
Para Landgrebe, el campo sensible es de suyo templado, la constitución del cuerpo vivido como resultado progresivo de una síntesis de motivación cinestésica permite una forma primordial de conciencia irreflexiva relacionada con la potencia práctica 'me muevo' que es un 'siento mi movimiento' y dentro de mi vida se da más originariamente como el campo sensible de manifestación de todo ser sensible. Según Landgrebe, por tanto, la
Por lo tanto, según Landgrebe, la exhibición de cualidades sensibles se funda en el campo cinestésico del afecto sensible y, en este sentido, todo el campo afectivo se apoya en la síntesis constitutiva del cuerpo vivido. Para Landgrebe, la estructura fundamental de la
Por lo tanto, los temples de ánimo no son disposiciones afectivas de carácter meramente subjetivo sino la expresión de un horizonte práctico afectivo del mundo de la vida fundada en el carácter constituyente del cuerpo vivido en movimiento. De este modo, para Landgrebe, los temples de ánimo deben entenderse como disposiciones para realizar acciones respecto de una forma determinada de vivir el mundo circundante. En este sentido, la condición de vulnerabilidad es el reverso de tal horizonte afectivo, se trata de la exposición a ser privados de capacidades prácticas por efecto de aquello que es al mismo tiempo condición de posibilidad de la configuración del mundo circundante. Así, en este caso, el temple de ánimo del miedo ante lo amenazante que revela afectivamente la vulnerabilidad no apunta a una circunstancia meramente accidental sino a la contingencia constitutiva que pertenece a la facticidad de la existencia. La dimensión que emerge en la vulnerabilidad es el mundo como un campo precario de potencialidades prácticas, sin embargo, sentirse vulnerable no es sólo sentirse bajo amenaza constante, sino también experimentar una disminución de la capacidad de acción. Es sentir que nuestras acciones se quedan cortas con respecto a nuestros posibles objetivos, la clausura del despliegue de nuestras capacidades prácticas. Sentirse vulnerable es experimentar un desequilibrio en las expectativas inmediatas que, sin embargo, persiste sin encontrar una resolución determinada, provocando un tipo particular de angustia y tristeza que puede persistir durante mucho tiempo como una disposición emocional.

			Por otro lado, la anticipación del fracaso y sus consecuencias es el reconocimiento tácito de mis limitaciones, no sólo corporales, sino de mi vida entera; y esto se traduce en una conciencia pre-reflexiva y práctica de mí mismo como sujeto de daño, la cual, es abierta desde una comprensión existencial de la propensión a lo perjudicial que de acuerdo con la reconsideración del cuerpo propuesta por Landgrebe como parte de la descripción fenomenológica de las disposiciones afectivas que encontramos en Heidegger.

			Hemos descrito la vulnerabilidad tanto en términos de una experiencia fundamental de nuestra propia corporalidad en la circunstancia de ser eventualmente privados del campo de las potencialidades prácticas como en términos de un campo de daño potencial más allá de nuestro control.

			De acuerdo con lo que hemos planteado la vulnerabilidad no sólo se refiere a una dimensión física relacionada con la fragilidad. Desde el principio, nuestro objetivo ha sido señalar cómo la vulnerabilidad corporal revela una dimensión de la corporalidad irreductible a una explicación meramente física o fisiológica de las experiencias de aflicción. Además, hemos sugerido cómo los modos emocionales se proyectan hacia la anticipación del daño más allá del énfasis cognitivo en la anticipación o cálculo de los modos específicos del daño eventual. Lo que está en juego en la vulnerabilidad es algo más profundo respecto a la constitución de la existencia humana, algo que es ciertamente circunstancial y relacional. Sin embargo, esto no significa necesariamente que deba considerarse como algo negativo, como un signo de debilidad o un accidente. Al interrogar la condición de vulnerabilidad es posible comprender las raíces de nuestra necesidad de una orientación ética, que - en contradicción con explicaciones formales que presuponen la abstracción de la autonomía subjetiva, permite una consideración más cercana a la experiencia concreta del mundo de la vida.

		En un trabajo reciente Esteban Marín-Ávila ha destacado la centralidad de la confianza como un elemento crucial en la formación de los nexos sociales y, en consecuencia, indispensable para articular un discurso en torno a la deliberación de acciones racionales en la esfera social.

			

				

				Marín-Ávila,
Así, la confianza involucra una forma de vulnerabilidad diferente de la vulnerabilidad como la exposión a ser afectados de forma perjudicial en relación con el entorno exterior, se trata de una forma de exposición; por así decir, íntima, bajo la figura de la traición. Sin embargo, mientras confiamos, sólo en casos en los que tiene lugar un acto social que involucra de forma tética el conferir la confianza a alguien, no estamos vueltos a la actitud de confianza ni la ejecutamos de forma activa, al contrario, vivimos en ella como una tesis implícita, como cuando asumimos que hay suelo bajo nuestros pies mientras caminamos, o que nos desnudamos para entrar en la ducha sin miedo a cortarnos con algo. En la confianza, como destaca De Warren,

			

				

				De Warren,
En su estudio
Si volvemos nuestros pasos hacia la caracterización preliminar del tema de la vulnerabilidad que presentamos en las primeras secciones, tenemos que el movimiento automotivado del cuerpo presupone un sentido de confianza sobre el cuerpo propio y en relación con el espacio de libre despliegue de movimiento. Desde los movimientos cotidianos hasta movimientos más complejos como los que realizan los deportistas de alto impacto, hablamos de que el cuerpo
En este respecto y en relación con los aportes de Marín-Ávila, Steinbock y De Warren sobre la relación entre vulnerabilidad y confianza, quisiera insistir, de acuerdo con las descripciones propuestas, en la dimensión genéticamente anterior a las formás más explícitas de la confianza, que pueden dar lugar también a una tematización reflexiva o conciencia de la vulnerabilidad: se trata de la relación de confianza en la que se parte en la constitución del cuerpo propio a través del agenciamiento que surge de la síntesis cinestésica del movimiento automotivado. El cuerpo se haya en cierta dis-posición que es a un tiempo una
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Este artículo se realizó en el marco del proyecto CONACYT 319249 ";Vulnerabilidad, Justicia y Mundo de la Vida: crítica de la racionalidad del discurso en torno a los Derechos Humanos desde un enfoque orientado hacia la experiencia.' de la convocatoria Ciencia Básica y/o de Ciencia de Frontera Modalidad: Paradigmas y Controversias de la Ciencia 2022.

			Véase, Husserl, Edmund. . Hrsg. von Marly Biemel. Nachdruck. , Vol. IV. Springer, 1991. Ed. cast. trad. Antonio Zirión Quijano, “Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica”. Libro segundo. . México: FCE. 2005.Edmund Husserl,

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